Menos cosas, más felicidad (8): lo que me gustaría lograr

12 octubre 2010 at 16:05 3 comentarios

Terminamos nuestra serie de Simple Living con este texto dedicado a alternativas que me gustaría experimentar, pero que no estoy segura de poder poner en práctica por limitaciones reales de nuestra vida o por falta de voluntad. Aclaro que esto último no significa que no esté convencida de sus beneficios; en su lugar, hace referencia a opciones que me parecen válidas, pero que no resultan del todo viables en nuestra vida cotidiana. Las expongo porque creo que pueden complementar las propuestas que incluímos en las entradas anteriores… y porque creo que al enunciarlas se difunde un estilo de vida maravilloso que ojalá todos, a nuestro modo, podamos apreciar.

Foto de Huertas, jardín y patios.

Para empezar, confieso que mientras escribo y reviso material sobre este tema me motivo más a hacer cambios en nuestra vida. Suena contradictorio con la introducción que acabo de escribir y con el espíritu original de esta entrada, pero es verdad. A medida que avanzo en mis pesquisas sobre permacultura -el diseño de hábitats humanos sostenibles (aquí encontrarán información práctica sobre ello)- y Simple Living, me entusiasma más la idea de implementar prácticas que antes me parecían casi imposibles.

¿Vivir en una casa ecológica? Sí… puede que no sea bioclimática -ni ecológica, como las de bahareque o tapia– al 100%, pero la que tengo, de construcción tradicional, puede adaptarse a alternativas autosostenibles en el futuro. ¿Hacer una huerta en piso a pesar de que vivo en altura? Sí… al menos puedo intentar convencer a mis vecinos de destinar para ello una parte de nuestro jardín ya cercada -que hace años se usaba para una antena parabólica ahora inexistente-, además de proponer hacer una composta comunitaria con todos los desechos orgánicos que producimos en la cocina -se supone que ya los separamos, pero el camión se los lleva todos al vertedero municipal. Seguramente de allí, además de tener el gusto de ver crecer una huerta en el suelo, encontraría conocimientos y motivación para hacer una huerta pequeña en nuestro hogar.

Así que no doy más largas con las opciones pendientes que -aunque cuesten un poco más de esfuerzo- me gustaría lograr:

  • Vivir en una casa autosuficiente. Siempre la he soñado en el campo, además. No sé si logre esto último, pero me encantaría vivir en una casa que aprovechara mejor sus recursos. No necesito estar a kilómetros de la ciudad (hay cosas de la vida urbana que me gustan) para tener paneles solares o para recuperar aguas residuales (aunque sea para el riego de jardines… ¡o de una huerta!). Si no lo logro, al menos puedo implementar opciones que me ayuden a mejorar la sostenibilidad actual de nuestra casa, en la cocina, en el baño, en la ducha, en la lavadora…
  • Tener mi propia huerta. Supongo que no alcanzará para suplir todos los alimentos de mi hogar, pero no importa. La idea de hacerla me entusiasma porque me permitiría estar en contacto directo y diario con la naturaleza, al tiempo que le daría una vía útil, saludable y sostenible a los residuos orgánicos de nuestro hogar (Añado un link sobre cómo hacer tu propia huerta en casa, otro con un manual -muy interesante y claro- sobre los pasos que se deben seguir para hacer una huerta orgánica de cultivo intensivo y el link de un documento sobre composta -que puede ser de dos tipos: caliente o lombricomposta-, el abono orgánico para los alimentos que se produce con desechos). Como ven, lo que antes eran sueños casi irrealizables se ha convertido en alternativas posibles… (todo esto debí incluirlo en la entrada anterior. :s). ¡Ah!, y orgánicas sin un costo inalcanzable… miren los links y sabrán a qué me refiero.
  • Reciclar yo misma mis residuos orgánicos haciendo composta (¡¡¡abono orgánico para la huerta que quiero tener!!!) en mi hogar. La forma de hacerlo ya está inventada (con variantes incluso). Hoy separo basuras, pero pongo todos los desechos en bolsas de plástico (¡qué mal!)… Una opción para evitarlo es empezar a reciclar yo misma los productos orgánicos, con una pequeña caja de compost (no sé si con lombrices) en mi hogar [adjunto dos videos de cómo puede hacerse -creo que hasta en el patio de ropa de la casa se puede: el primero, más técnico, sugiere licuar los desechos antes de ponerlos en la composta; el segundo, más casero, da cuenta de una composta sencilla en casa. Si les interesa el tema, miren el documento del ítem anterior sobre composta y vayan al enlace directo de Youtube del primer video (dando dos veces clic sobre el recuadro del video). Los comentarios publicados seguramente les ayudarán a precisar más el procedimiento]:
  • Vivir en comunidad. ¿En una ecoaldea? Quizás no, pero sí más en contacto con mis vecinos (la huerta comunitaria sería una muy buena manera de hacerlo realidad). Creo que entre sus ventajas estaría el interés conjunto de vivir de un modo respetuoso con la naturaleza y la búsqueda de opciones autosostenibles… Además de esto las ecoaldeas suelen poner en práctica alternativas ecológicas como el paisajismo comestible (aquí, el proyecto de un jardín comestible), el tratamiento y recuperación de aguas residuales (dejo al final un video muy interesante sobre esto, que ojalá en el futuro sea una realidad general y popular) y el desarrollo de granjas orgánicas. Ahora, la vuelta de tuerca: si no se puede vivir en una ecoaldea diseñada para ello, se puede adaptar nuestro entorno a opciones sostenibles (links recomendados: Fundación de Vida Sostenible y Ecovilla, criterios básicos para hacer un asentamiento ecológico).
  • Usar bolsas de tela para la compra, en lugar de bolsas plásticas. No me alargo en explicaciones porque otros lo han hecho mejor que yo. El plástico contamina. Incluso si es biodegradable (que ya es un avance), pues usualmente tiene un uso limitado y consume, además, productos que nos hubieran podido alimentar. Les recomiendo que se pasen por el Centro de Desarrollo La Milpa (que tiene, por cierto, una rifa esta semana de una bolsa Chicobag, para usar en lugar de las bolsas plásticas): encontrarán buenas razones para llevar nuestras propias bolsas (ojalá de tela) a la hora de comprar.

La lista podría ser más larga (me encantaría tener mi propia granja, producir mis huevos, mi leche, mis gallinas -aunque se me pararían los pelos con la idea de matarlas-), pero no sigo porque creo que las opciones incluídas ya son válidas. Como decía, lo que antes sonaba imposible deja de serlo una vez que empiezas a darte el chance de ensayar (me pasó con los pañales de tela, con la copa menstrual, con la leche de magnesia en lugar del desodorante, con el agua de yerbabuena en lugar del jabón para niños, con el bicarbonato de sodio en lugar del shampoo -también puede reemplazar la crema dental- y ahora con la ecobola en lugar del detergente -gracias Ana por el consejo, la conseguí más fácil de lo que pensaba y ya la empecé a usar).

Así me pasa ahora más o menos con todo. Antes pensaba que era difícil llevar a la práctica las ideas que consigna esta entrada, pero hoy me doy cuenta de que en muchos casos basta darle un poco la vuelta a la propuesta original para encontrar la manera de hacer las cosas (incluyendo a otras personas que nos rodean). Creo que en eso consiste el estilo de vida que propone Simple Living: en simplificar nuestra vida para simplificar y hacer sostenible también la de nuestra comunidad.

He repetido muchas veces que vale la pena hacerlo, que no es difícil en lo absoluto y  que -contrario a lo que casi siempre se piensa- implementar este tipo de alternativas casi nunca resta (al contrario, casi siempre suma) comodidad. Si bien las opciones de esta serie están planteadas en términos individuales, la mayoría de ellas pueden desarrollarse en comunidad. Que pasen del sueño a la realidad depende de nosotros.

Foto tomada del blog Natura-medio ambiental: beneficios de tener una huerta en casa.

Finalmente, estoy segura de que si hiciéramos el ejercicio de buscar otras fuentes informativas -en nuestro país, en una biblioteca, entre nuestros amigos, en la red, etcétera- encontraríamos otras opciones útiles. Con esto, dejo la puerta abierta para que cada quien haga su propia búsqueda y encuentre su manera de vivir en armonía con su entorno… ojalá con menos cosas y más felicidad. Gracias a todos por sus comentarios, por sus ideas y por el interés que han mostrado en esta serie. Creo que ha sido una buena muestra de que se puede construir en conjunto… No se imaginan cuánto nos han ayudado sus experiencias y consejos. Ojalá suceda lo mismo con ustedes. 😉

Un abrazo.

PD: Adjunto el video prometido sobre tratamiento y recuperación de aguas residuales. Hay opciones caseras. Ésta es industrial pero 100% natural.

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Menos cosas, más felicidad (7): lo que nos falta «Da»

3 comentarios Add your own

  • 1. inessuafer  |  14 octubre 2010 a las 14:19

    pues no me daba cuenta, pero en casa cultivamos albahaca y eneldo!! algo es algo! jaja

    bs ECOs!

    Responder
  • 2. María José  |  16 octubre 2010 a las 08:18

    Mi marido lleva años queriendo tener un huerto, bueno, más bien un terrenito (aquí es muy habitual). Sería fantástico criar nuestros propios tomates, pimientos o calabacines!

    Responder
  • […] en un piso o apartamento, se daría estupendamente. Añado al final un video nuevo al respecto. Ya en otra ocasión habíamos puesto otros que también pueden ser útiles para hacerlo.-), agua, aire y sol. Nada más. No hemos lidiado ni […]

    Responder

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